Entendéis, para que haya corriente de aire, para que haya corriente, para que el viento, el aire de una ventana entre y salga por otra ventana y haga, haga corriente ¿Vale?
La señora Camp entró en la sala de estudios y cerró la puerta con tal brúsqueda que la araña de cristal tintineó con un leve y puro sonido de cascabel, todos sus colgantes agitados por la corriente de aire.